martes, 2 de junio de 2009
A Volar mi amor
Se le había prohibido sentir, tampoco le estaba permitido siquiera pensar en quien le hiciera resonar fuertemente el pecho o le quitara el aliento.
Ya no podía verle, se perdían en castillos cuyos arquitectos ni siquiera podrían idearlos en naipes, pero que sin embargo así pudo construir. Otra vez dentro de un freezer, el fantasma de Penélope buscaba en la penumbra las agujas para tejer y destejer.
Su cabeza estaba llena de remolinos, llena de pensamientos vagos, que como las hojas del otoño, comienzan a danzar por los aires, a elevarse, vuelan en el aire un par de segundos sabiendo que su destino es el suelo tan frío.
Si la vida fuese tan berve como un soplo, ese mágico y anhelado instante, sería eterno, sin embargo, aquella es mucho más longeva y continúa.
Afuera llovía, le ofreció un té o un café. Sin suerte, los alacanzo el tiempo, y en un abrir y cerrar de ojos, su avión estaba despegando mientras el que nunca sería pasajero, quedaba en tierra firme.
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1 comentario:
pensamientos vagos... plenamente identificado...
Slds (vagos, obvio)
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